Me llamo Iria, tengo 40 y pico de años. Trabajo como directora de marketing. Estoy casada con un hombre ejemplar que se llama Daniel.
Soy alta, delgada, morena, ojos claros, piel bronceada. Me gusta cuidarme mucho, soy un poco presumida y como a toda mujer, me gusta comprar mi maquillaje y mi ropa.
Soy muy tranquila, y poco rencorosa. Me gusta pasar tardes en casa con mi marido y con mis hijos. Llevo ya 22 años casada con el mismo hombre .Al principio me hacía muy feliz, pero las cosas empezaron a cambiar. Ya nada es como antes.Ahora poco nos hablamos. Pasamos escaso tiempo juntos, y el poco que pasamos , estamos discutiendo. Cuando estamos en cama procuramos no tocarnos.
Cada vez el tiempo me pasa más lento, Daniel se vuelve más agresivo. Su mal carácter aumenta. Un día me levantó la mano, me tiró del pelo como si no tuviera sentimientos.
Llevo ya dos días en cama, “enferma”. Me levanto para estar un poco con mis hijos. El segundo día, me vuelve a pegar, cada vez más fuerte. Yo lloro, él me pide perdón. Ahora estamos bien.
Llevo ya dos días en cama, “enferma”. Me levanto para estar un poco con mis hijos. El segundo día, me vuelve a pegar, cada vez más fuerte. Yo lloro, él me pide perdón. Ahora estamos bien.
Pasan pocos días, Daniel vuelve a tener problemas en el trabajo, y cuando llega a casa las paga conmigo. Me vuelve a pegar, ahora más fuerte, incluye amenazas para que me quede callada y no diga nada a nadie. Cada vez estoy más asustada. Decido contárselo a mis padres, para ver si ellos me pueden ayudar. Busco un lugar donde poder ir y que Daniel no me encuentre. Saco a mis hijos de ese lugar donde solo eran insultos, golpes y amenazas lo que podían ver en su día a día.
Estoy en un piso con mis dos hijos, parece que todo vuelve a ser normal, la alegría va en aumento. Seguimos con nuestra vida normal :ellos en la escuela y yo en la oficina.
Estaba a punto de llegar a donde tenía el coche aparcado. Noto un fuerte golpe en la cabeza y en las piernas. Todo se vuelve negro. Me quedo en un sueño que parece interminable.
Paso varios días así. Por fin abro mis ojos. Todo lo que veo es blanco, solo oigo pitidos acompañados de llantos. Mis padres, sonríen, me abrazan pero no me dicen nada. Llega el médico me tiene que dar dos noticias, una buena y la otra mala. La mala es que quedo inválida para el resto de mi vida. La buena, el padre de mis hijos, está en la cárcel.
Bo traballo. Segue así.
ResponderEliminarA profe de linguas.
Os próximos escritos en galego, please.